Hay frases de cajón que no son del todo ciertas: "no hemos ganado nada..." es una de las respuestas automáticas de técnicos y futbolistas. Sin embargo, lo que hizo Nacional en el Morumbí definitivamente allana su paso a la final de la Copa Libertadores de América.
Antes del partido semifinal frente a Sao Paulo, el desempeño que el Atlético Nacional tendría en la cancha era todo un misterio. Los nervios se sentían en el ambiente. Habían factores como la falta de continuidad, el poco tiempo de trabajo del grupo base, la actuación de los refuerzos y la sobre-carga física de algunos futbolistas, que hacían incierto el funcionamiento del equipo. A la postre, tanto el desempeño cómo el resultado fueron ampliamente favorables a los verdes.
En los primeros minutos, Sao Paulo se lanzó sobre la portería de Armani con todo el ímpetu e intensidad, inquietando a una defensa nacionalista que resistía el embate inicial. Los colombianos se notaban imprecisos en la salida y se necesitó retrasar a Pérez para apoyar en la primera línea de volantes a un Alexander Mejía, que exponía en cada bola disputada gran personalidad. Esta actitud empezó a contagiar a sus compañeros y Nacional amainó las aguas a partir de la tenencia del balón. No obstante en la primera parte, fue Sao Paulo quien tuvo las mejores opciones de gol, con tiros desde afuera que propiciaron el lucimiento del guardameta argentino al servicio de los paisas.
En la segunda parte y con el cambio de Ibargüen por el Lobo Guerra, fue el Nacional el equipo que dominó las acciones y generó las mejores oportunidades. Con un significativo despliegue físico sumado al orden en la marca, neutralizaron a un Sao Paulo nublado futbolísticamente. Las asociaciones de los verdes con pases cortos empezaron a permear la defensa paulista. La justa expulsión de Maicon fue determinante en el curso final del partido; sin el líder de la zaga, Sao Paulo se hizo más débil y llegaron los goles, con notables definiciones del debutante Borja, al que le bastó un solo partido para justificar su contratación y robarse el corazón de los aficionados verdolagas.
Sin dudas que Nacional tendrá que ponerlo todo en el juego de vuelta del próximo miércoles en el Atanasio Girardot, pero en el partido que jugó en Brasil ¡si que ha ganado algo!, la posibilidad expedita de volver a vivir una final de libertadores para el Rey de Copas.
