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Celebrar un gol es alcanzar el climax en el fútbol. No celebrarlo es cometer un coitus interruptus.
Corría el minuto 89 del partido Nacional vs Fortaleza el pasado cinco de abril. El 10 del verde recibió el balón fuera del área, preparó el disparo y con precisión de cirujano lo mandó a guardar en la esquina superior derecha del arco rival, logrando convertir seguramente uno de los goles más bonitos que se han visto en el Atanasio durante el 2016.
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El lenguaje no verbal casi siempre es más claro y directo que el hablado. Las explicaciones que dio después del partido no convencen tanto cómo su frigidez en el acto y comunican un mensaje claro, Mac no está a gusto en el equipo.
Es cierto que la crítica frente a su bajo desempeño ha sido desmedida (y me incluyo dentro de los críticos). Así también es verdad que las lesiones no le han permitido tener la continuidad que él particularmente requiere para alcanzar su mejor nivel; pero la actitud que asumió frente a los aficionados tira al piso lo que su calidad futbolística construye.
Ojalá el talentoso volante pueda volver a sentir mariposas en el estómago cuando esté vistiendo la verde, ojalá no siga cobrando venganza a los hinchas por las críticas que ha recibido en su momento, ojalá vuelva a celebrar de corazón muchos goles verdolagas.
La toco y me voy...